El desierto florece: fe y esperanza en la celebración guadalupana
- Vero Gutierrez

- 1 day ago
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Vero Gutiérrez
Editora Asistente
Con devoción y respeto, las comunidades anglo e hispana participaron de la celebración en honor a Nuestra Señora de Guadalupe, que culminó con la Celebración Eucarística, cierre de los festejos guadalupanos de este año.
Al concluir la Misa, los fieles participaron en una procesión por algunas de las calles del centro de Boise, que finalizó con un festejo comunitario en las instalaciones del gimnasio junto a la catedral.

La procesión estuvo encabezada por una imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, montada en un marco y rodeada de banderas de distintos países. Con la cruz alta y los ciriales, los monaguillos fueron al frente de la procesión seguidos de los sacerdotes, Padre Germán Osorio, rector de la Catedral, el Padre Tim Segert, el diácono O’Neill Derrick y los fieles, además de diferentes grupos de danzantes representativos de algunas culturas indígenas mexicanas, así como bandas de música, mariachi y jinetes.

Durante la Misa, el Padre Germán Osorio destacó la importancia de que ambas comunidades participen juntas en esta celebración especial y de reconocer a la Madre de Dios como patrona de las Américas.
Por supuesto, el tema sobre el Adviento estuvo entrelazado con la figura de María como la principal protagonista en este tiempo de espera para celebrar el nacimiento de Jesucristo.

El sacerdote recordó las palabras del profeta Isaías, quien proclama un poderoso mensaje de esperanza: “El desierto y la tierra árida se regocijarán; el desierto se alegrará y florecerá”. “Este es el corazón del Adviento”, afirmó el Padre Osorio, “Dios viene precisamente donde la vida se siente seca, dividida o herida, y Él está preparando una renovación”.
El profeta Isaías habla de ojos y oídos que se abren, de cojos que saltan y de mudos que cantan. Recordó que no se trata solo de la curación individual, sino más bien de la restauración de un pueblo, de una comunidad que se reúne de nuevo en el camino sagrado que conduce a Dios.

Continuando con el tema de la celebración a Nuestra Señora de Guadalupe el Padre Osorio, comentó que, en esta temporada de espera, nos regocijamos porque Dios no permanece distante. Él se acerca a nosotros.
Este mensaje, dijo, se reafirma al celebrar a Nuestra Señora de Guadalupe, quien, en 1531, la Virgen María se apareció no a un hombre poderoso, sino a uno humilde, San Juan Diego. Ella habló su idioma, compartió su cultura y reveló a un Dios que ve, escucha y camina con su pueblo. A través de la aparición y el mensaje de Nuestra Señora de Guadalupe, el desierto de la desesperación floreció en fe para todo un continente.

Hoy, la visión de Isaías y el mensaje de Nuestra Señora de Guadalupe se encuentran aquí, entre nosotros. Nuestra parroquia catedralicia tiene la bendición de contar con dos grandes comunidades, la anglosajona y la hispana, con diferentes historias, idiomas y tradiciones. Sin embargo, el Adviento nos recuerda que somos un solo pueblo, caminando hacia el mismo Dios.
Nuestra Señora de Guadalupe está entre nosotros no como una madre que divide, sino como la Madre de Dios que reúne a sus hijos.
Ella nos enseña que la unidad no significa uniformidad, sino caminar juntos, escucharnos y reconocer a Cristo en cada persona. Cuando esto sucede, el desierto florece; cuando permanecemos unidos en la fe, la alegría vence el miedo y la esperanza supera la división.

Como dice Isaías: “Los que el Señor ha rescatado volverán… y tendrán alegría eterna”.
Esta alegría no es solo para un grupo, es para todos los que confían en Dios.
Mientras continuamos nuestro camino de Adviento, caminemos juntos, anglosajones e hispanos, guiados por la Virgen María, fortalecidos por la esperanza y confiados en que el Señor viene a salvarnos.
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