“El Señor convierte en gozo la tristeza de los afligidos”
- Vero Gutierrez
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Updated: 1 day ago
Relato de un encuentro con el Papa Francisco

Vero Gutiérrez
Editora Asistente
MORELIA, MICHOACÁN— unas pocas migajas como la mujer cananea de la Biblia terminé recibiendo el banquete completo. Ver al Papa Francisco y tener un encuentro personal con él no es algo fácil de olvidar incluso después de nueve años.
Casi puedo sentir esa emoción incontenible de verlo a los ojos y recibir su bendición, la más importante sin duda es la paz, la sencillez y alegría que todavía nos sigue transmitiendo a través de su recuerdo.
En febrero de 2016, el año Jubilar de la Misericordia, el Papa Francisco visitó México como parte de una gira internacional y se convirtió en el primer Papa en visitar nuestra ciudad Morelia, Michoacán.
En esta ciudad el Papa tuvo tres encuentros importantes el primero con los sacerdotes, seminaristas y personas consagradas en el estadio de beisbol; el segundo con niños en la Catedral de Morelia y el tercero, con los jóvenes en el estadio de futbol soccer.
Yo confieso que en el primer momento me sentí triste y desconsolada de ver que nosotros los laicos adultos no estábamos considerados en esa agenda.
El estado de Michoacán desde entonces atravesaba por un mal momento de mucha violencia y problemas de narcotráfico, donde los jóvenes eran víctimas de los grupos del narcotráfico, usados para el tráfico de drogas, sometidos y obligados a trabajar para los grupos delincuenciales.
Se argumenta que esta fue una de las razones por las que el Papa quiso hacer esta parada en Michoacán durante su recorrido por México.
La tristeza de no tener un momento como familia para tener un encuentro con el Papa, repentinamente se convirtió en una profunda alegría cuando fuí invitada por el Padre Julio César Torres para formar parte del equipo de logística en la Catedral de Morelia en el encuentro con los niños.
Resulta que el Padre Torres siendo nuestro Vicario Parroquial en el Divino Niño Jesús en Morelia, fue designado por el Cardenal Alberto Suárez Inda, ( ahora, retirado) para organizar este encuentro entre el Papa y los chicos.
En esta reunión, estaba previsto que el Papa entrara por la sacristía de la Catedral para luego dirigirse a la nave central donde estarían los niños. Durante este corto recorrido él iba a saludar brevemente a los líderes de otras denominaciones religiosas locales y los directores y rectores de las universidades estatales.
Mi trabajo fue precisamente acompañar a los rectores en las horas previas a la llegada del Papa (diez horas) y después debería pasar a la nave central donde estaría con un mayor número de personas.
Los rectores de las universidades era un grupo pequeño quizá de 15 a 20 personas. Eso permitiría una oportunidad única para poder saludarlo.
Pretendiendo hacerme pequeña en un rincón para no llamar la atención, obviamente no fue posible porque todo el equipo de logística estábamos vestidos igual. Alguno de los miembros de la Guardia Vaticana se acercó para preguntarme ¿usted tiene que estar aquí? yo con mucha seguridad le respondí ¿por supuesto, tengo que estar aquí?

Eso fue todo, no más preguntas y solo me quedé ahí como soldadito esperando que no me pidieran que me saliera. Los guardias del Vaticano muy profesionales indicaron no usar teléfonos celulares, o cámaras fotográficas y solo recomiendan, permitir que el equipo del Vaticano haga este trabajo.
Yo estaba consciente de que no iba a tener otra oportunidad como esa para poder ver al Papa tan cerca, así que me aferré a mi deseo de verlo por un momento.
Con las emociones a flor de piel, todos los que estuvimos en esa sala sabíamos que la espera había valido la pena cuando vimos entrar a ese hombre vestido de blanco, que transmite una paz inexplicable solo con su presencia, su sonrisa radiante y un rostro afable y sumamente amistoso.
El Papa entró, acompañado por el Cardenal, Alberto Suárez Inda, saludando de mano a cada uno de los directivos. En mi turno, le pedí su bendición y accedió muy gustosamente,poniendo su mano sobre mi cabeza. Luego, sin hacer ningún distingo (porque era un detalle que había preparado para los rectores de las universidades ), también a mí me obsequió una de esas medallas conmemorativas con motivo de su viaje apostólico a México.
Ver al Papa a los ojos y estrechar su mano fue una experiencia indescriptible de gozo que no podía contener y estaba tan emocionada que sin darme cuenta de lo que hacía me salí por la puerta de la sacristía, en lugar de entrar a la nave central.
Estaba tan feliz llena de paz y alegría por haber podido saludar al Papa y recibir su bendición tan amorosamente, fue un momento de emoción incontenible. Nuestro encuentro fue breve de un par de minutos tal vez, pero suficiente para quedar llena de confianza, afabilidad, mansedumbre y tantos dones que el Papa Francisco nos permitió experimentar solamente con estar cerca de él y que me han acompañado desde entonces. El momento de tristeza, reclamo y sentido de abandono que antes había experimentado, se había ido, “Dios siempre nos sorprende convirtiendo en gozo la tristeza de los afligidos”.
Cuando me vi sola en el atrio de la Catedral, salí de mi estupor y me percaté de que debería haberme dirigido a la nave central de la Catedral donde está con los niños y todos mis compañeros del staff, regresé de inmediato para escuchar su mensaje a los niños. ¡Qué día de Bendición!
Luego de escuchar un canto que los niños le prepararon, el Papa los felicitó y les dijo:
“Sigan siendo creativos, sigan así, buscando la belleza, las cosas lindas, las cosas que duran siempre y nunca se dejen pisotear por nadie.
“Les pido que recen por mí y que de vez en cuando me canten una
canción, aunque esté lejos. Chau, hasta luego, que Dios los bendiga”.
En este viaje apostólico número XII, el Papa Francisco dejó una profunda huella de esperanza en momentos que nuestra sociedad pasaba por momentos de oscuridad y desánimo en todos los niveles político económico y social.
Antes de llegar a la República Mexicana, el Papa había pasado por Cuba. En México, la visita se realizó del12 al 17 de febrero.
La primera reunión la realizó con más de 20 mil religiosas, religiosos y sacerdotes. A quienes les recordó la importancia de oración “nuestra vida habla de la oración y la oración habla de nuestra vida” les dijo el Papa seguido de un fuerte llamado a no
realizar su ministerio como empleados.
El Papa Francisco, les recomendó a los sacerdotes y religiosos ahí
reunidos “No queremos ser funcionarios de lo divino, no somos ni queremos ser nunca empleados de la empresa de Dios, porque somos invitados a participar de su vida, somos invitados a introducirnos en su corazón, un corazón que reza”.
En la reunión con jóvenes en el estadio de Futbol José María Morelos más de 40 mil jóvenes participaron, el Papa Francisco les habló de los peligros del narcotráfico, la desesperanza y la falta de oportunidades que afectan a los jóvenes.
Les alentó a reconocer que son la riqueza de su país y de la Iglesia y que solo en Dios deben poner su confianza porque es Él quien renueva continuamente en nosotros la esperanza, Es Él quien renueva continuamente nuestra mirada. Es Él quien despierta en mí, o sea en cada uno de nosotros, el encanto de disfrutar, el encanto de soñar, el encanto de trabajar juntos. Es Él quien continuamente me invita a convertir el corazón.
Cuando todo parezca pesado dijo el Papa a los jóvenes, cuando parezca que se nos viene el mundo encima, abracen su cruz, abrácenlo a Él. Por favor, nunca se suelten de su mano, aunque los esté llevando adelante arrastrando y si se caen una vez déjense levantar por Él.
Y les compartió esta frase que viene de una canción de los alpinistas “en el arte de ascender al triunfo no está en no caer sino en no permanecer caído. Solo la mano de Jesús nos sostiene determinó el Papa.
Porque de la mano de Jesucristo es posible vivir a fondo, de su mano es posible creer que la vida vale la pena dar lo mejor de sí, ser fermento, ser sal, ser luz en medio de sus amigos, de sus barrios, de su comunidad, en medio de la familia. Nunca dejen de lado a la familia les insistió.
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