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Octubre mes del Rosario

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El mes de octubre está dedicado al Rosario en relación con la celebración de Nuestra Señora del Rosario, instituida por el papa Pío V porque el 7 de octubre se conmemora la victoria obtenida por los cristianos en la batalla naval de Lepanto en 1571.

Esta victoria es atribuida a la Madre de Dios, invocada por la oración del Rosario y cuando lo rezamos nos unimos a la Virgen María meditando los misterios de Cristo porque ella estuvo asociada de un modo especial a la encarnación, la pasión y la gloria de la resurrección del Hijo de Dios.


No basta con llevar el Rosario en el cuello, en el bolsillo, o colgado en el automóvil. Es necesario usarlo para orar, como medio para acercarnos más a Dios y crecer en la vida espiritual.


En un artículo publicado por ACI Prensa, se afirma que la Iglesia ha querido enriquecer esta devoción con santas indulgencias para quienes lo recitan con las debidas disposiciones de fe y devoción.


Según la Concesión 17 del Enchiridion Indulgentiarum (Manual de Indulgencias) de la Penitenciaría Apostólica, se concede indulgencia plenaria al fiel que “recite devotamente el Rosario mariano en una iglesia u oratorio, en familia, en una comunidad religiosa, en una reunión de fieles o, en gene-ral, cuando varios se reúnen con un fin honesto”.

También se puede obtener indulgencia plenaria cuando el fiel se une devotamente a la recitación del Rosario transmitido por el Santo Padre a través de la televisión o la radio. En otras circunstancias, la indulgencia será parcial.


El documento precisa además que, en la oración vocal, debe añadirse la meditación devota de los misterios. En el rezo público, los misterios deben enunciarse conforme a la costumbre aprobada en el lugar; mientras que, en la recitación privada, basta con que el fiel medite los misterios durante la oración.


La indulgencia plenaria puede ganarse una vez al día (excepto en peligro de muerte) y requiere cumplir las condiciones generales establecidas por la Iglesia:

• Confesión sacramental.

• Comunión eucarística.

• Oración por las intenciones del Papa.

• Deseo sincero de obtener la indulgencia.


Además, la indulgencia puede ofrecerse por un difunto, aplicando así la riqueza espiritual de la Iglesia en favor de las almas del purgatorio.


Respecto a la bendición de los rosarios, el artículo de la página web del vaticano señala que de acuerdo con la norma 17 de la doctrina de las indulgencias “si un fielemplea con devoción un objeto de piedad —como un crucifijo, cruz, Rosario, escapulario o medalla— bendecido por un sacerdote, gana una indulgencia parcial”.


Asimismo, si el objeto ha sido bendecido por el Santo Padre o por un Obispo, el fiel puede obtener indulgencia plenaria el día de la fiesta de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, añadiendo una fórmula legítima de profesión de fe.


El Padre John Phalen, C.S.C., gran propagador del rezo del Rosario en familia, recuerda que usar devotamente un objeto de piedad significa rezar con fe:

“Llevar una cruz o un Rosario es, en cierto modo, una profesión de fe. Pero el Rosario, más que un objeto, es una oración. Hay que rezarlo. De lo contrario, se corre el riesgo de tener demasiada fe en el objeto y no en Dios. El objeto nos ayuda a comunicarnos con Él”.

En el sitio web católico Desde la Fe también se afirma que no basta con portar el Rosario como adorno o símbolo religioso. Su verdadero valor espiritual está en la oración, que nos une a Cristo por medio de María.


El rezo del Rosario es saludar a nuestra Madre repitiendo las palabras con que el ángel Gabriel saludó a María, y las de Isabel cuando la Virgen fue a visitarla antes del nacimiento de Juan el Bautista. A través del Rosario, pedimos la intercesión de la Virgen María ante su Hijo y ante Dios Padre.


San Luis María Grignion de Montfort, profundamente enamorado de la Virgen y de esta forma de oración cristocéntrica, recomendaba rezar el Rosario cada día. Enseñaba que esta devoción:

1. Facilita la práctica de las virtudes.

2. Enriquece con gracias y méritos.

3. Aviva el amor a Jesucristo.

4. Nos obtiene de Dios toda clase de bendiciones.


El Rosario, rezado con fe y meditado con el corazón, es un camino seguro hacia la gracia y la paz interior.

 


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